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LA EMPRESA HÁMSTER (II)

POR RAFAEL ISÚN*

CONTINUACIÓN [Leer la primera parte]

Vale, la cosa no es tan sencilla, seguro. Pero las consecuencias de no parar la rueda nos pueden llevar, más tarde o más temprano, a la muerte por agotamiento (del modelo).

Entonces, ¿qué podemos hacer? No pretendo ni mucho menos dar lecciones magistrales, ni sugerir que uno debe abandonar la actividad habitual que le ha permitido subsistir hasta hoy. Mi objetivo es más bien reflexionar un poco sobre la incapacidad que tenemos en muchas ocasiones para pararnos, respirar hondo y “auto- diagnosticarnos” acerca de nuestra realidad presente y, sobre todo, futura.

Hace unos años, el Presidente de una importante consultoría estratégica, ubicada en Moscú y que compite con las grandes multinacionales en su país, me relató algo que aún hoy al recordarlo me sigue inspirando. Estaba Alexander (ése es su nombre) aquejado como tantos de nosotros por el “síndrome del e-mail sin contestar”; vamos, que lo primero que hacía por la mañana al abrir los ojos -sino en medio de la noche- era mirar la bandeja de entrada de su correo electrónico y empezar a contestar frenéticamente los muchos mensajes que recibía. Una vez en el trabajo, seguía interactuando con ellos hasta que casi sin darse cuenta la jornada se le escapaba entre las manos como la arena entre los dedos y tenía la sensación de no haber hecho otra cosa en todo el día que contestar/redactar e-mails en un bucle sin fin.

Por si esto fuera poco, se daba cuenta de que se perdía muchas cosas importantes por haber tenido que prolongar la jornada, con el consiguiente desgate personal, familiar e incluso profesional. ¿Les suena? Al final, y ya con un nivel elevado de estrés, Alexander fue al psicólogo y éste, después de escucharle atentamente, le “ordenó” que sólo revisara los e-mails dos veces al día: al final de la mañana y al final de la tarde. Como pueden imaginar los primeros días el “síndrome de abstinencia” fue muy acusado, pero poco a poco aprendió a controlarlo y descubrió que disponía de mucho más tiempo para dedicarse a la relación con clientes, participar más activamente en los proyectos relevantes, investigar nuevos procesos para mejorar la eficiencia, buscar soluciones innovadoras, disfrutar de la familia… En definitiva, supo parar su propia rueda y explorar más allá de la jaula. Seguro que no fue fácil, pero la recompensa valió la pena. A día de hoy, que yo sepa, Alexander sigue practicando esta buena costumbre y está encantado.

PRÓXIMAMENTE, LA TERCERA Y ÚLTIMA PARTE DE LA REFLEXIÓN.

Rafa Isún

*Rafael Isún es Director General en Travel Partners, Socio fundador de Verum Hotel Development y Profesor Asociado en EADA Business School.

Comments (2):

  1. Josep Cañas

    octubre 9, 2015 at 2:21 pm

    Felicidades por el articulo Rafa.
    Estoy completamente de acuerdo con tu exposicion y si me permites, aun abundaria mas en la parte que corresponde a la vida personal. Hagas lo que hagas, profesionalmente, es muy higienico, desde una perspectiva mental, airear nuestra vertiente personal, porque es la parte de nuestra vida que hace que todo lo demás tenga sentido y fundamentalmente porque somos los unicos animales en la tierra que trabajamos, no solo para sobrevivir, sino que lo hacemos por conceptos psicologicos mas elaborados. Por lo que si la parte personal no es la base, las raices de la cuestion., aquella está, sin sujeccion ni apoyo y a la merced de las «inclemcias de la vida».

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    • Rafael Isún

      octubre 16, 2015 at 1:48 pm

      Gracias Josep!! como dice el dicho castellano «predicas al converso» Un fuerte abrazo!!

      Responder

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