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RELATO VERANIEGO: CRÓNICA SOBRE CÓMO ORGANIZAR UNA FIESTA SECRETA EN UNA HABITACIÓN DE HOTEL

POR HÉCTOR PÉREZ*

Esto es lo que sucedió. Un hotel bastante serio y tradicional de la ciudad de Nueva York creó cuatro «concept suites» con mucho glamour y, en un esfuerzo para promocionarlas, ofreció una noche gratis a varios escritores de viajes, incluido yo mismo. Elegí un ático de 1.000 metros cuadrados que incluye una mesa de billar 1950 Brunswick Centennial, una barra de caoba hecha a medida, y un sofá masivo -estaba claro que no habría que recurrir al alquiler de mesas para eventos-. Y luego el desafío. ¿Qué iba a hacer con una suite de hotel más grande que mis primeros tres apartamentos juntos? Y ¿qué historia iba a escribir sobre mi estancia para hacer que la gente del hotel sintiese que su inversión había valido la pena? Yo hice una gran fiesta en la suite del ático del hotel y anoté lo que debía o no debía hacer para el próximo que quisiese hacer lo mismo.

Fase 1: Construir la fiesta

Una fiesta secreta va a ser todo lo cool que tú pretendas que sea. Así que jugué la baza del secretismo y el misterio. Dos semanas después, la invitación que envié a mis amigos era blanca y negra e incluía una dirección de mail. Eso fue todo. Las respuestas fueron asombrosas. “¡Qué excitante!”, escribió una persona. “Esto suena demasiado cool para mí”, respondió otra. En una ocasión, me llegué a preocupar por si estaba creando una expectativas demasiado altas. Pero la anticipación creó el resultado.

Después de que la gente hubiese confirmado su asistencia, se creó un gráfico increíble con temas de seguimiento y “más información”, del estilo:

  • Esta es una fiesta secreta. No se lo puedes comentar a nadie, en línea ni en la vida real.
  • Puedes invitar a un amigo, o a dos.
  • La ubicación y las instrucciones de llegada serán enviadas a las 4 pm el día de la fiesta.

Fase 2: Empieza la fiesta  

Terminamos con unas 50 confirmaciones de asistencia. Así que en este punto, podríamos haber comprado patatas y alguna cervezas, pero queríamos llegar a otro nivel.  Así que encargamos grandes cantidades de comida japonesa y alcohol que escondimos en los carritos que transportan las maletas.

A las 7 pm, una hora antes de la hora de inicio oficial, el repartidor llamó a mi teléfono para decir que estaba en el vestíbulo. Bajé las escaleras esperando encontrar a alguien con una o dos bolsas de comida discretas. Incorrecto. No era ese tipo de entrega: llevaba un gran carro cargado con ocho bolsas muy grandes que mostraban la evidencia de lo que contenían. Yo cogí cuatro, él las otras cuatro, y nos adentramos hacia los ascensores. El botones se tuvo que dar cuenta de lo que estaba pasando, pero, o bien no le importaba o no se molestó en decírselo a nadie.

Fase 3: Ser pillado  

Las bebidas y los alimentos son en realidad complementos de una fiesta de baile. Los componentes esenciales son la gente y la música. Los ascensores del hotel no funcionan sin una llave de la habitación, así que la gente me enviaba un mensaje para que alguien bajase para irlos a buscar, utilizando la palabra en código “abajo”. Si los agentes de seguridad del hotel hubiesen estado haciendo su trabajo, fácilmente se hubiesen dado cuenta de que el volumen de personas que circulaban por el hotel no era normal.

Pero lo que en realidad nos delató fue la música. Cincuenta personas bebiendo y hablando ya de por sí crea un sonido lo suficientemente fuerte, pero al poner a todo volumen Daft Punk y Jay-Z, estás obligado a hacerte notar. Y lo hicimos, no por el hotel en sí, sino por las personas con mal humor de la habitación de al lado (la única otra habitación en todo el piso). Se quejaron, por lo que el hotel nos envió un fornido guardia de seguridad a investigar.

Pensé que iban a desalojar la fiesta, pero no lo hicieron, ¿Por qué? Debido a que era un escritor de viajes que había acudido al hotel para escribir una crítica y el personal del hotel pensó que la fiesta había sido aprobada por sus superiores. Alrededor de las 11, el hotel trasladó a la pareja de la suite de al lado. Volvimos a poner la música de nuevo y nuestra fiesta se prolongó hasta 2. Fue sin duda épica y memorable.

Héctor Pérez

*Héctor Pérez es Responsable de Comunicación de Dasler. Apasionado de todo lo relacionado con los eventos y la decoración. Pero sobre todo, de escribir.

Comments (1):

  1. Eventum

    febrero 5, 2019 at 12:55 pm

    Una buena forma de dejar rastro es alquilar el mobiliario, pero siempre con precaución.

    Responder

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