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Bárbara te cuenta cómo sobrellevar las Navidades en familia

Las caras de la gente ya empiezan a lucir una sonrisa que no es tan habitual durante el resto del año. Las calles se han engalanando con sus mejores luces cegadoras. Y, no por ello menos importante, una empieza a hacerse a la idea de que ese vestido tan mono que compré hace unos meses en breve quedará mucho más ajustado por la ingesta de calorías salvaje que se avecina. La Navidad ya está a la vuelta de la esquina y, como es lógico, hay que ir preparándose sobre todo mentalmente.

Nochebuena y el día de Navidad son dos jornadas de emociones fuertes. Te reencuentras con la familia, abusas del picoteo y lo que no es el picoteo, las copas de más hacen que salgan a la luz un sinfín de secretos no verbalizados hasta entonces y todos alrededor de la mesa se creen politólogos capaces de cambiar el mundo simplemente brindando. Y si encima vives en Cataluña a eso hay que sumar un tercer día, el de Sant Esteve, que literalmente sirve para reaprovechar todo aquello que ha sobrado o que nos saluda desde la nevera. Así que lo único que puedo decirte es que, aunque sea a regañadientes, disfrutes de esta festividad porque antes de que te des cuenta habrá pasado volando y después vienen los lamentos.

barbara-navidadCon mi hija Lola lo tenemos claro: una vez las obligaciones familiares han llegado a su fin nos tomamos unos días de vacaciones fuera del país para celebrarlo juntas. Hay quienes recurren literalmente a cruzar el charco para disfrutar de las maravillosas playas del Caribe cuando aquí los termómetros están bajo mínimos. No obstante, a mi pequeña Lola esa idea nunca le ha entusiasmado (ya lo hicimos una vez y fue suficiente para ambas) y es de las que prefiere que le lleve a países de los que se puede llevar una preciosa postal navideña. Los mercados de Navidad de ciudades como París o Berlín siempre son un acierto si vas con críos. Y para los más creciditos también porque el vino caliente que ahí suele venderse es una de esas bebidas típicas de estas fechas que ayudan a sobrellevar el estrés y las bajas temperaturas.

Si el presupuesto no te da de sí para ir a buscar al mismísimo Papa Noel hasta Laponia (es un viaje que tenemos muy pero que muy pendiente y que espero el año que viene hacer con mi hija porque sé que acabaría encantadísima y es uno de esos recuerdos que se quedan en la memoria para toda la vida), no debes porqué temer. Cualquier ciudad luce mejor que nunca en estos días y hay un sinfín de actividades para los más pequeños que hacen más amena tanto la espera de Papa Noel como la de los Reyes Magos. Sin ir más lejos, mejor incluso que en verano, ya es una tradición que parte de la familia vayamos a pasar el día a un parque de atracciones. Los renacuajos de casa mandan más que nunca estos días, así que todo lo que se organice debería tener a ellos como los principales protagonistas.

niño-cocinandoDel mismo modo, en nuestro caso en todas estas cenas mencionadas montamos dos mesas en casa: la de los adultos y los pequeños, ya que de esta forma todos pueden disfrutar de los deliciosos platos que con esmero la abuela y el abuelo preparan y nadie tiene tiempo de aburrirse realmente. Y ahí los pequeños también pueden sentirse participes y productivos porque si se involucran en la cocina con tareas sencillas de alguna u otra forma, además, pueden comprobar el esfuerzo que hay siempre detrás de una mesa y les educamos para que no se crucen de brazos y esperen que les demos todo hecho. Si todos están contentos y guardamos la botella de anís para que no la encuentre el tío Juan, sin duda, nada ni nadie puede estropearnos el mejor momento del año.

Palabra de Bárbara.


AVATAR-BARBARA

*Bárbara se licenció en Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona porque su vocación desde bien pequeña era contar historias. Ha colaborado en diversos medios de comunicación culturales y de tendencias, y ahora también está con nosotros en nuestro Blog Verde Lima.

 

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