Bautizadas como las siete maravillas de la Antigüedad, seis de ellas se han perdido. Visitar los enclaves donde un día fascinaron a todos es un viaje a lo mejor de nuestro pasado.
1 – La Gran Pirámide de Guiza o Giza: La única de las siete que se mantiene en pie fue terminada alrededor del año 2570 a.C. como homenaje al faraón Keops en Egipto. ¿Qué tiene este monumento que sigue fascinándonos a través de los tiempos? Magia, mucha magia. Con casi 150 metros, fue la construcción más alta hecha por el hombre durante más de 3,800 años. Sus 2,3 millones de bloques de piedra dan fe de la importancia de este faraón, que deseaba convertirse en dios en el más allá. La pirámide y sus hermanas “pequeñas” se levantaron a las afueras de la antigua capital, Menfis. Hoy en día se accede a ellas en un trayecto de apenas 18 kilómetros desde El Cairo.
2.- Los Jardines Colgantes de Babilonia: Aunque son muchos los expertos que dudan de su existencia nos gusta pensar que sí, que existieron unos jardines como nunca se han vuelto a ver. Cuenta la leyenda que fueron construidos en el siglo VI a. C. durante el reinado de Nabucodonosor II en la antigua ciudad de Babilonia, a orillas del río Éufrates, en Mesopotamia. Siempre se representan como bellas terrazas llenas de flores, árboles y arbustos exóticos, regalo del rey a su esposa Amitis, que echaba de menos la vegetación de su tierra. Las excavaciones arqueológicas más recientes en la antigua ciudad de Babilonia (Irak) han destapado restos de un palacio y algunas fuentes que podrían ser restos de los famosos jardines.
3.- El Templo de Artemisa en Éfeso: Comenzado por el rey Creso hacia 550 a. C. y reconstruido tras un incendio en 356 a. C., sus magníficas dimensiones a nadie dejaban indiferente. Ubicado en Éfeso, Turquía, fue construido para honrar a la diosa Artemisa, quien era adorada en la ciudad como imagen de la fertilidad, la caza y la guerra. Todo en él era superlativo: sus dimensiones doblaban las del Partenón, contaba con 127 columnas y su construcción duró aproximadamente 120 años. El templo de Artemisa se encontraba a unos 50 km al sur de la moderna ciudad portuaria de Esmirna, en Turquía, en el valle a los pies de Ayasoluk. Hoy apenas quedan un par de columnas, pero el viaje para ver estos restos, sin duda, merece la pena.
4.- La Estatua de Zeus en Olimpia: Esculpida por Fidias el joven hacia 430 a. C., esta colosal estatua estaba ubicada en el templo dedicado a Zeus en Olimpia, Grecia. Nunca se había visto nada semejante: una figura de 12 metros, recubierta de marfil, oro y piedras preciosas atraía a viajeros de todos los rincones. Zeus estaba sentado en un trono sosteniendo un cetro en una mano y una figura de Niké (la diosa de la victoria) en la otra. Un incendio en el siglo V nos privó de una de las maravillas más espectaculares de la Antigüedad, pero nos quedan monedas de la época que nos recuerdan esta obra maestra.
5.- El Mausoleo de Halicarnaso: Construido hacia el año 353 a. C. en la ciudad de Halicarnaso -hoy Turquía-, este mausoleo fue uno de los monumentos funerarios más famosos de todos los tiempos. La estructura del mausoleo era impresionante: blanco, blanquísimo, medía aproximadamente 134 metros de perímetro y tenía una altura de 46 metros. Sobrevivió a grandes invasiones, incluso a Alejandro Magno, al paso de los bárbaros o de los árabes, pero finalmente un terremoto acabó con él en 1404. El Museo Británico conserva un impresionante carruaje de caballos, siendo uno de sus más preciados tesoros.
6.- El Coloso de Rodas: Y desde luego lo que no eran nuestros artistas de la antigüedad eran austeros, sencillos o minimalistas. Otra de las grandes maravillas de nuestro pasado es esta gigantesca estatua de Helios, el dios del sol, situada en la bella isla de Rodas (Grecia). Fue una de las obras más efímeras, ya que apenas estuvo 60 años en pie, pero su leyenda perdura hasta nuestros días. El Coloso medía unos 33 metros, más o menos como la Estatua de la Libertad. La estructura se construyó en bronce y su interior se rellenó con bloques de piedra a medida. De nuevo un terremoto fue el causante de su desaparición en el 226 a. C.
7.- El Faro de Alejandría: Y de un coloso a otro, porque esta torre de señalización fue otra maravilla de la ingeniería de su tiempo. Diseñado y levantado en el siglo III a. C. por Ptolomeo II (280-247 a. C.), se elevaba sobre el mar al menos 100 metros. Construido de piedra caliza y granito, en su cima una hoguera nocturna guiaba a los navegantes que se acercaban a Alejandría. También los terremotos se cebaron con él, pero algunas de sus piedras fueron utilizadas para diversas construcciones. En 1994, un equipo de arqueólogos franceses descubrieron restos del faro mientras buceaban en el puerto de Alejandría. El museo submarino con los restos del faro es un sueño cada vez más cercano.
Desgraciadamente, seis de estas siete maravillas ya no existen, pero sí el emplazamiento donde algún día asombraron al mundo. Un paseo por Turquía, Grecia, Irak o Egipto nos acercará a restos de un pasado esplendoroso y a la magia de obras maestras que inspiraron a grandes artistas de todos los tiempos.