Refrescarse en momentos como los que vivimos es una necesidad del ser humano que se ha mantenido a lo largo de la historia. Mucho antes de la llegada de los ventiladores o del aire acondicionado, diversos ingenios bajaban la temperatura varios grados.
Es en las zonas más cálidas y desérticas donde el ingenio humano ha conseguido mayores logros. Muchos de ellos están siendo hoy revisados y adaptados a la arquitectura de nuestros días. Es el caso del sistema de aire acondicionado Nave, una pared de terracota que gracias al uso del agua y su evaporación, logra descender la temperatura varios grados. La fuente de inspiración es la llamada “jarrah” palestina, una vasija de funcionamiento similar a nuestro botijo. Ese que puesto al sol es capaz de conservar el agua fría, milagrosamente, durante horas. Ese. Y es que el barro, uno de los materiales más sencillos de encontrar en nuestro planeta, tiene la capacidad de enfriar por evaporación, regulando de esta forma la temperatura.
La creadora de Nave es la diseñadora Yael Issacharov, quien define su muro de ventilación con sencillez: “NAVE es un sistema de baldosas de terracota combinado con flujo de agua utilizado para refrescar espacios interiores en ambientes desérticos”. Issacharov es graduada en diseño industrial en el Instituto Tecnológico de Holon y vive en Barcelona, desde donde comercializa un sistema con el que ha conseguido importantes premios de diseño.
No se atribuye el mérito de su creación esta profesional, sino que explica con naturalidad su fuente de inspiración: “Se basa en una solución de refrigeración tradicional y responde a una necesidad local”. También hay mucho en su “invento” de la admiración por la obra del arquitecto egipcio Hassan Fathy. Pionero en reavivar métodos ancestrales de construcción, no dudó en utilizar soluciones populares tan sencillas como eficaces.
Terracota en todos los continentes
No es la única iniciativa que vuelve sus ojos al pasado para darnos un respiro. CoolAnt es la creación del arquitecto indio Monish Siripurapu que, a través de una estructura con forma de panal, logra descender la temperatura. El funcionamiento es sencillo: tubos de terracota apilados por los que corre el agua. La porosa arcilla caliente al contacto con el agua desprende vapor. Esta creación promete enfriar nuestras habitaciones entre 10 y 15 grados. El éxito de La Colmena, que así se llama el invento, parece asegurado.
También de Egipto llega otra aplicación de la arcilla refrigeradora, pero esta vez en su versión más modesta. La arquitecta e investigadora Marwa Dabaieh ha apostado por los recursos naturales de su país, desarrollando un sistema ecológico. En este caso son conos, también de arcilla, los protagonistas. Tal y como destaca Dabaieh en la web Ecocosas, «algunas personas, como los pensionistas, los parados y los refugiados, no pueden permitirse el lujo de tener aire acondicionado. Esto significa que la mortalidad aumenta cuando las olas de calor son más frecuentes». Esta especialista en arquitectura sostenible lleva cuatro lustros trabajando en edificios con emisiones cero. Su solución, menos vistosa que las anteriores, solo utiliza embudos de arcilla, agua y la fuerza del sol y el viento para funcionar. De momento, su prototipo ha logrado descender 6 grados la temperatura en el interior de las viviendas, pero esta emprendedora no se conforma- «Me mueve la pura pasión, pero necesito recursos para sacar adelante el proyecto piloto. Ahora espero que el apoyo a la innovación pueda aumentar», afirma.