Parece mentira que ya hayan pasado casi 10 meses desde que toda esta “nueva normalidad” llegó a nuestras casas para quedarse un largo tiempo. Parece mentira pues, que ya hayan pasado casi 10 meses desde que una de las pocas buenas noticias era oír que esta situación extraordinaria estaba dando un respiro al planeta. Parece mentira pero ya han pasado casi 10 meses desde que nos abanderamos del “todo este tiempo nos tiene que servir para reflexionar cómo hemos estado viviendo hasta ahora y cambiar”.
Está claro que este 2020 está dejando una larga lista de problemas urgentes que solventar, y todos ellos van cogidos de la mano. La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la correlación entre salud, medioambiente y cambio climático.
Al margen de este acontecimiento global, aparentemente impredecible, 2020 era ya una fecha marcada en la agenda de la biodiversidad mundial. A nada de terminar este año, es importante destacar que con el 2020 ha terminado la Década de la Biodiversidad de la ONU, el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 y las Metas de Aichi. Todos ellos tres planes con esfuerzos colectivos internacionales para intentar frenar la pérdida de biodiversidad.
La biodiversidad de hoy es el resultado de millones de años de evolución marcada por los propios procesos naturales y, sin duda alguna, por la acción del hombre. De la biodiversidad dependen y derivan muchas actividades que permiten nuestra existencia como especie: la alimentación, el combustible, la estabilidad climática, la polinización de cultivos, etc. Y es que la pérdida de biodiversidad, hoy en día, también es un impedimento para el progreso económico.
El 25 de septiembre del 2015, un total de 193 países firmaron el famoso acuerdo de “La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible” donde se incluían 17 metas, conocidas como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los objetivos marcados en relación al medioambiente y reducción de emisiones son imprescindibles para asegurar el futuro de la humanidad en el planeta. Porque aunque algunos parecen olvidarlo, nuestra especie depende íntegramente de unos ecosistemas saludables y vivos.
Este 2020 ha alterado la esperanza de poder cumplir los ODS. ¿Ha acabado la pandemia mundial, pues, con todos los deseos de poder cumplir las metas de la Agenda 2030?
A veces nos olvidamos que el cumplimiento de los 17 ODS incluye muchas luchas diferentes pero que, de nuevo, van cogidas de la mano. El ODS 3, que promueve mejorar la salud y el bienestar a nivel mundial, es el mayor herido por la pandemia. Y no solo hablamos de los efectos inmediatos. Por ejemplo y según el informe Goalkeepers de la fundación de Bill & Melinda Gates, los niveles de vacunación del año 2020 han bajado a unos números que no se habían visto desde la década de 1990. Está claro que el desplome de la salud y la economía traen consigo consecuencias en prácticamente todos los ODS, comenzando por el ODS1 (poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todas sus partes) y siguiendo con el ODS4 (la educación en calidad).
Pero una vez más, los objetivos establecidos en materia del medioambiente siguen siendo mínimos indispensables para asegurar nuestro futuro. Sin casa donde vivir, no habrá economía que nos sostenga.
Debemos redefinir nuestra relación con el planeta. Frente a la terrible crisis en la que nos hemos visto envueltos, muchos expertos insisten en una salida de ella de manera SOSTENIBLE. Estos mismos expertos son los que también advierten que esta pandemia puede ser solo un ejercicio de calentamiento, porque encima tenemos una crisis aún mayor: el cambio climático, cuyos efectos ya se pueden palpar.
Parece que ya tenemos el futuro predicho, ahora es momento de actuar con una respuesta colectiva y de cooperación mundial. Solo así, y quién sabe, podemos sorprender al destino con una buena noticia.