No vamos a ser nosotros quienes señalemos cómo deberías dirigir y motivar a los empleados de tu empresa porque todos y cada uno de nosotros contamos con un manual secreto en la cabeza que nos impulsa a implementar aquello que pretéritamente hemos aprendido o nos han enseñado. Pero nunca habría que olvidar que la dinámica del día a día muchas veces nos nubla la vista e, incluso, nos hace olvidar principios básicos como el que Enrique Sueiro, el prestigioso doctor en Comunicación y director ejecutivo del Programa de Dirección en Comunicación Corporativa y Management del IE Business School, pone sobre la mesa: nada más y nada menos que el denominado Principio PePa.
El reportero polaco Ryszard Kapuscinski tituló uno de sus libros como “Los Cínicos No Sirven Para Este Oficio”, defendiendo en todo momento la postura de que para ser un buen periodista lo primordial es ser una buena persona. Y lo mismo se puede extrapolar a este Principio PePa que a groso modo se podría resumir como primero las personas y, después, los papeles. Es decir, por muchos idiomas que sepas hablar, por mucho que te hayas preparado durante años en las mejores escuelas de negocios y acumules un sinfín de títulos, lo esencial serán siempre las personas. Y no hablamos de personas de una forma metafórica, no, sino que esas personas a las que Sueiro hace referencia son precisamente aquellos colaboradores que están a tu cargo y con las que trabajas codo con codo. Hablando en plata: por muchos conocimientos y aptitudes que poseas, de nada sirve todo ello si eres incapaz de comunicarte con tus semejantes.
La empatía y la humildad, obviamente, aquí tienen un papel primordial. El Principio PePa sugiere que la gestión de las emociones debe estar muy presente en cualquier negocio que se precie, sin ir más lejos para gestionar adecuadamente una comunicación de crisis. Ante todo, Sueiro señala la importancia de saber escuchar a quienes tenemos a nuestro alrededor, ya que “comunicar empieza por escuchar, pero para comprender y no para responder”. Solamente de esta forma, cuando todos los actores pueden dar su opinión libremente con el fin de mejorar o replantear decisiones, los empleados de una empresa (con su jefe al mando) pueden remar en una misma dirección. Hay que hablarlo todo para tomar buenas decisiones.
Del mismo modo, la verdad, como concepto, puede ayudar a no aumentar el dolor de quienes nos rodean en momentos tan delicados como por ejemplo un ERE. Despedir a parte de tu plantilla no es ni será jamás una tarea fácil, pero nunca está de más que la persona al cargo (o quien comunique esos despidos) sepa decir algo tan aparentemente sencillo como “lo siento” o “hemos llegado a esta situación por una serie de errores”. Con una disculpa no se va a solucionar nada a priori, pero el Principio PePa defiende que hay que comentar absolutamente todo de forma transparente y con la mayor de las delicadezas para no aumentar el dolor de una persona.
Asimismo, las palabras como tal deben servir para llevar a cabo hechos. De ahí que Sueiro remarque la transmisión de mensajes y la coherencia como un elemento esencial de cualquier empresa. De nada sirve que dejemos expresar aquello que quieren nuestros empleados si después se hace caso omiso a sus ideas y sugerencias. Que cualquier persona que esté a nuestro cargo se sienta productiva y provechosa en una empresa (lo cual nos hace remarcar nuevamente la importancia de saber escuchar) resulta esencial para el buen funcionamiento de la misma. No te encierres en la burbuja de tu despacho porque fuera de esas paredes, a tu alrededor, están realmente las claves del triunfo.