Esa taquicardia. Esa pequeña (o grande) taquicardia cuando no encontramos el móvil y empezamos a buscarlo por todas partes. ¿Por qué tantos nervios? Más allá de los ahorros invertidos en este dispositivo, lo que más nos asusta es perder todo lo que hay en su interior. Fotografías, vídeos, nuestro calendario, el bloc de notas, la agenda, nuestras conversaciones… El móvil se ha convertido en nuestra caja fuerte portátil.
Pero… ¿es seguro mantenerlo todo ahí? ¿Hay riesgo de “robo” del interior de esta caja fuerte? Ya sea por la presencia de la cámara en el móvil que da la sensación que te observa permanente o por los anuncios tan personalizados que nos encontramos, el móvil parece que nos espíe.
A día de hoy ya estamos más familiarizados o por lo menos hemos interiorizado las famosas cookies de Internet, esas que cuando tú buscas algo por el navegador se encargan de que, en todo lo que busques después, te aparezca publicidad de ello. Pero tener el móvil en el bolsillo, hablar de un producto en una conversación privada con un amigo o familiar, entrar posteriormente en una aplicación móvil y verlo anunciado. Aquí, aparentemente no hay cookies, pues no se ha entrado en Internet en ningún momento ¿Ha sido pura casualidad? ¿Nos escucha el móvil? Puede.
Al igual que en las cookies, todo siempre se remite a lo mismo: los permisos. En muchas ocasiones y como siempre, sin ser conscientes, le damos a “aceptar” a muchos permisos de las aplicaciones móviles y muchas veces ni nos paramos a pensar acerca de ellos. ¿Por qué necesita un app de editar fotos tener acceso a nuestro micrófono? Aparentemente no lo necesita, pero sin darnos cuenta ya le hemos concedido ese acceso a nuestras conversaciones. Muchas veces, incluso, en la propia descarga de la aplicación ya va el consentimiento, sin saber que lo hemos dado. Por eso y como en todo, debemos prestar atención a la letra pequeña de las aplicaciones.
La gran mayoría de las aplicaciones que nos descargamos tienden a ser gratuitas. ¿Aplicaciones gratis? Bueno, depende de lo que entendamos por gratis. El uso de ciertas aplicaciones no tiene coste económico pero a cambio les damos autorizaciones para que puedan enviarnos publicidad. Lo mismo pasa con las redes sociales. Facebook e Instagram. Dos grandes empresas… ¿y nos sale gratis disponer de ellas? Bueno…a cambio nos vendemos sin darnos cuenta. Les ofrecemos toda nuestra información personal. Es una moda y un negocio. La publicidad segmentada a partir de sistemas inteligentes de recomendación, convirtiendo a los usuarios en simples productos para las marcas.
Hay quienes niegan todo esto y no comparten la idea que los móviles nos escuchan, que se trata de una leyenda urbana. Pero lo que se ha demostrado es que todo lo que tenga micrófono y se pueda conectar a Internet, nos puede escuchar. Desde robots de limpieza hasta gadgets como Alexa. Y lo peor: nos escuchan porque nosotros damos nuestro consentimiento para hacerlo.
El futuro puede que sea incierto, pero que será cada vez más tecnológico es innegable.