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La vuelta a la rutina. ¿Hábitos nuevos?

El mes de septiembre por definición es el mes de la “vuelta a la rutina”. Volvemos de un verano, este año, diferente, y en muchas ocasiones “volver a la rutina” implica volver a reordenar la vida, volver a los horarios, a las comidas de tuppers, a organizar y recolocar algunas cosas de la casa, comprar material escolar a los peques (si se tienen), etc.  El mes de septiembre es como una especie de año nuevo laboral en el que nos podemos marcar nuevos objetivos y porque no, entre ellos, puede estar  adquirir hábitos nuevos.

Incorporar un hábito nuevo es una habilidad que necesita tiempo y evidentemente en función de lo que queramos incorporar, será un proceso más o menos complejo. Siempre se ha explicado que se necesitan 21 días para interiorizar un nuevo hábito. Esta idea la propuso el doctor Maxwell Maltz cuando se dio cuenta que sus pacientes tardaban 21 días para dejar de sentir la “sensación fantasma” después de que se les amputara una extremidad. Hay quienes desmienten esta teoría, porque al fin y al cabo, cada persona es diferente, pero a lo mejor a uno le puede servir. No obstante, aquí vamos a explicar algunas reglas generales que pueden ayudar a oponer las menos resistencias posibles al nuevo hábito que queramos adquirir:

Una sola meta y pequeña.

Se debe empezar con tan solo un hábito, no podemos cambiar nuestra vida toda de golpe, necesitamos focalizarnos solo en uno y ver cómo avanzamos. A veces nos sentimos muy motivados para mejorar y esto nos impulsa a marcarnos muchas metas al mismo tiempo. No es buena idea porque al paso de los días iremos renunciando a ellos. El clásico ejemplo de “comer sano” es una meta muy grande. No hace falta empezar por algo tan ambicioso, basta con empezar por querer incorporar 1 pieza de fruta en el almuerzo, por ejemplo. Los hábitos se deben ir incorporando poco a poco.

Delimitar tiempo y espacio y mantenerlos siempre.

Se tiene que determinar dónde y cuándo haremos este hábito. Tener un plan claro es imprescindible y mantenerlo todavía más. La mente debe dedicar este momento del día y ese lugar a ese hábito, en el momento en que lo cambiemos, nuestro cuerpo empezará a oponer resistencia. Autores reconocidos insisten en escribir una frase que resuma el nuevo hábito con el tiempo y el espacio determinado: “Yo quiero comer fruta tres días en la semana en la cena”.

 

Registrar el avance.

El secreto mágico detrás de cada hábito es repetir la acción tantas veces hasta que se vuelva de forma automática, y para ello se necesita constancia. El problema empieza cuando no somos capaces de recordar si hemos sido constantes o no. Y para evitar la duda, es muy importante llevar un registro de cada día, solo así conseguiremos ser realmente constantes.

Evalúa tu constancia cada 21 días.

Ya hemos comentado que la teoría de los 21 días no es una verdad absoluta, pero puede servir de orientación y parámetro para evaluarnos y ver si necesitamos mucho más tiempo para interiorizarlo.

Encadenar hábitos.

Es muy recomendable usar un hábito que ya tienes muy interiorizado y que forma parte de tu día a día para aprovechar e incluir, si se puede, el nuevo hábito que queramos adquirir. Por ejemplo, si quieres ponerte crema hidratante cada día, puedes aprovechar el hábito de lavarte los dientes para incluirlo.

Tener estos tips claros es una buena forma de empezar el mes septiembre con energía y nuevos propósitos. Como si de año nuevo se tratase, ¡feliz vuelta a la rutina! Y que sea lo menos dura posible 😉

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