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¿Pensamientos negativos? Claves para acabar con ellos

Podemos "domar" nuestro cerebro, mejorando nuestra salud y nuestro rendimiento intelectual

Dice la psiquiatra Marian Rojas-Estapé que “el 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden y, sin embargo, tienen un impacto directo en nuestra salud”. Lo sabemos. Lo hemos oído en innumerables ocasiones y seguimos «rumiando» esas preocupaciones sin descanso. En Estados Unidos se conoce esta práctica como automatic negative thoughts (ANTS) o Pensamientos Negativos Automáticos.

El ser humano no deja de pensar nunca. Los neurólogos hablan de 70.000 pensamientos diarios por persona. Nuestro cerebro no descansa. Para colmo, la mayoría de estos pensamientos no nos conduce a un estado placentero. Más bien todo lo contrario. Nos regodeamos una y otra vez en el «¿y si…?» más negativo posible. ¿Y si me despiden? ¿Y si me dejan? ¿Y si no puedo pagar? ¿Y si enfermo?… Para nuestro consuelo, esto ha sido siempre así y ya Buda hablaba de pensamientos recurrentes que nos herían sin piedad.

Negativos para no extinguirnos

La primera gran duda sería llegar al centro de la cuestión. ¿Por qué el ser humano recurre tan constantemente a estos pensamientos? ¿Tiene algo que ver con estar preparados siempre para la supervivencia? Desde luego que sí. Los expertos creen que necesitamos esos pensamientos negativos automáticos para mantenernos vivos.

La atención frente a los peligros ha perpetuado a la especie hasta nuestros días. El tigre ya no es una amenaza para la mayoría, pero sí la Bolsa, las pandemias, el paro, la inflación o el precio de la vivienda.

Nuestra imaginación es nuestra gran aliada -pero también nuestra mayor enemiga- a la hora de anticipar estos problemas y conseguir soluciones. ¿Que las amenazas aún no están cerca? «Ya llegarán», pensamos mientras nos preocupamos más y más.

La psicóloga Mª Jesús Álava Reyes es autora de ‘La inutilidad del sufrimiento’. Recientemente explicaba cómo de forma automática, «tensionamos todo nuestro organismo preparándolo para la lucha, como si tuviéramos que huir de una situación muy peligrosa». Esta profesional hace hincapié en el cansancio que nos genera esta actitud de lucha constante. «Producimos un desgaste exagerado a nivel físico, una irritabilidad creciente a nivel psíquico y un desplome enorme de nuestro control emocional. Aunque estemos sentados, sin hacer aparentemente nada, el cansancio que acumulamos es parecido al que tendríamos si hubiéramos corrido horas cuesta arriba, sin parar. Al final estamos literalmente agotados”, explica.

Cómo desactivar los pensamientos negativos

  • Sentido del humor XXL. Busca el lado divertido de ese pensamiento negativo y ríete de ti mismo exagerando qué pasaría si se hiciera realidad. Coméntalo abiertamente con tus amigos y reíros juntos.
  • Adiós, «debería». Olvida para siempre cualquier pensamiento que incluya el verbo «debería». Censúrate hasta que consigas que esa palabra desaparezca de tu vocabulario y de tu pensamiento.
  • Punto de vista equivocado. ¿Qué pasaría si nos planteásemos que esos mensajes no son ciertos? Los ANT son pensamientos automáticos de nuestro cerebro, no existe una reflexión previa ni lógica. Si logramos identificarlos y analizarlos en frío nos daremos cuenta de lo ridículos que resultan casi siempre, neutralizándolos.
  • El pasado, pasado está. Cuando vuelva, apártalo cuidadosamente y a otra cosa.
  • A lo nuestro. Cuando aparezcan los pensamientos negativos debemos buscar alternativas más positivas en nuestra mente, al tiempo que continuamos con nuestra actividad diaria.
  • Pregúntate muchas cosas: ¿Es cierto esto que estoy pensando? ¿Me sirve de algo? Si un amigo me contara que está pensando algo similar, ¿qué le diría? ¿Hay otra forma de ver esta situación?
  • Con boli y papel. Escribir tus pensamientos negativos automáticos te puede ayudar mucho. Encontrarás patrones de situaciones y personas que los desencadenan. Verás que se repiten los mismos temas. Es más fácil dominar unos cuantos pensamientos conocidos que un aluvión.

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