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La economía del donut o rosquilla

El bienestar humano depende de la tierra (viva). Si queremos vivir de forma saludable, necesitamos aire limpio y una capa de ozono. Si queremos tener suficiente comida, necesitamos un clima estable y un suelo fértil. Y la economía del donut es el nuevo camino para encontrar el bienestar común.

Así lo define su creadora, la economista inglesa Kate Raworth, quien ya en 2012 propuso esta teoría, la que, a raíz de la pandemia, ha resultado ser el modelo perfecto para encarar esta nueva etapa.

La teoría de la economía del donut nace de la premisa de satisfacer las necesidades básicas del ser humano sin exprimir los recursos limitados del planeta.  Según Kate, así como la ciencia ha ido avanzando, nuestra economía se quedó en el siglo XIX. La economía del donut dibuja una transición desde la que ella llama economía del siglo XX a la del XXI, en la que en lugar de perseguir un PIB cada vez mayor, se persiga la prosperidad humana de forma equilibrada. Tal y como Kate afirma, el PIB resultó útil en el siglo XX pues incentivó la competitividad y el crecimiento. No obstante, se ha utilizado para justificar desigualdades extremas de renta y catástrofes como la destrucción del medio natural.

¿En qué consiste pues la teoría del donut? Este tipo de rosquilla tiene dos círculos concéntricos. En el anillo interior se encuentran los 12 requisitos básicos para el bienestar el ser humano tales como agua potable, comida, salud, educación, etc. Lo que Kate denomina “suelo”. En el anillo exterior, estarían los 9 límites medioambientales, entre los cuales la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la contaminación, el “techo”. Así, tanto el “suelo” como el “techo” coinciden con los ODS de las Naciones Unidas. La masa que queda entre los dos anillos es el espacio donde la humanidad puede prosperar, un lugar “ecológicamente seguro y socialmente justo”.

Fuente: BBVA

¿Sabíais que el 45% de las emisiones contaminantes parte de la demanda de tan solo un 10% de la población? Kate Raworth es consciente de que todo lo que propone implica otra forma de pensar, otra forma de capitalismo, una reforma profunda. Se trata de crear una economía que regenere el planeta y distribuya mejor la riqueza, que elimine los extremos en el bienestar.  Según Kate, más que confiar en la redistribución de ingresos, deben plantearse instituciones más distributivas: compartir y beneficiar la creación conjunta y devolver al planeta del que dependemos.

En esta línea, también es importante fomentar el ecodiseño, concepto que se basa en la creación de productos realizados con materiales duraderos, fácilmente reciclables que permiten reducir el impacto medioambiente y alargar su vida útil. Es el caso de los teléfonos móviles: en 2010 solo se reutilizó el 6%, el 9% se desmontó para reciclar y el 85% fue al vertedero. Se tiene que diseñar de otra forma.

El municipio de Ámsterdam es la primera institución pública que se apunta al modelo del dónut. Sus responsables han aprobado una estrategia para lograr una economía completamente circular en 2030. Las principales medidas son: compartir, reparar y reutilizar; reutilizar materiales de construcción; desperdiciar menos comida y crear plataformas para compartir.

En definitiva, debemos dejar de buscar la riqueza a costa de los límites planetarios y reducir las desigualdades sociales. Dicho en otras palabras, que todos estemos situados en la parte sabrosa del donut 😉

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