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Tres lecciones de un Premio Nobel para aprender y no olvidar

Richard Feynman, ganador de este prestigioso galardón en 1965, es muy conocido por su método infalible para recordar ‘lo que sea’.

Aunque lo suyo fue la mecánica cuántica y la electrodinámica, este físico ha pasado a la historia por varias razones. Su sentido del humor, su mente innovadora y su forma de entrenar la memoria son tres de ellas. Su indudable atractivo y su descubrimiento sobre la causa del desastre del Challenger; otras dos. Steve Jobs utilizó su imagen en la campaña de Apple “Think different” y sus memorias, “¿Está usted de broma, Mr. Feynman?” son un bestseller.

De sus miles de descubrimientos y de sus extrañas actividades -tocar el tambor indio o descifrar combinaciones de cajas fuertes- nos quedamos con una. Su método innovador para aprender sin olvidar. Un método que le toma prestado su apellido y que se debería enseñar en colegios y universidades.

Para Feynman, lo único importante era comprender lo estudiado. Su gran secreto, la comprensión lectora, es tan obvio que se escapa a estudiantes de todas las edades. “Si no puedo hacer que tú lo entiendas, yo no lo entiendo”, decía. Tras esta máxima se esconde el gran secreto de su técnica: simplificar lo aprendido tanto como sea necesario. Tanto como para que un niño pueda entender los principios de la física cuántica.

Para muchos, lo mejor de la Técnica Feynman es que no nos permite engañarnos. En muchas ocasiones creemos que sabemos algo cuando en realidad lo desconocemos casi por completo. Enfrentarnos a nuestro desconocimiento es esencial para aprender y no olvidar.

Las tres claves para memorizarlo todo

Elige un tema que realmente necesites aprender. Escribe todo lo que sepas sobre este tema en una página en blanco de un cuaderno. Seleccionar lo que queremos estudiar ya nos enfrenta a lo que no sabemos. Es recomendable escribir exactamente lo que no sabes, es decir, lo que quieres aprender. En este punto es esencial elegir un tema que sea lo suficientemente pequeño como para poder aprender razonablemente. Es algo así como aprender “a poquitos” o el ya clásico “divide y vencerás”.

Conviértete en profesor. Una vez leído el tema, vuelve a escribirlo como si te lo estuvieras explicando a ti mismo. Si alguien se deja, puedes explicárselo despacito, tranquilamente. Pídele después que te lo repita con sus propias palabras. Esta es la prueba de fuego. Si no pueden, tu explicación aún es compleja. Simplifica. El aprendizaje activo es muy difícil de olvidar. ​​Richard Feynman decía: “El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo y eres la persona más fácil de engañar”.

Regresa tantas veces como sea necesario al material original. En muchas ocasiones, aprender algo requiere varios intentos. Es importante no flaquear. Simplifica tus explicaciones y crea analogías intuitivas. Habrá un momento en que tu mente haga clic. Es justo entonces cuando podemos explicar el tema hacia delante y hacia atrás, encontrando, incluso, inconsistencias. La repetición es esencial para este método. Feynman defendía que, “paradójicamente, cuanto más aprendemos, más aumenta nuestra capacidad de aprender”. Leer algo por primera vez puede ser arduo, la segunda quedará más claro y en la tercera, “con una base sólida, captaremos matices que no podríamos haber visto antes”.

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