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NeuroTAG – Capítulo IV. Pensar puede doler

El científico Tetsuo Koyama demostró que el dolor que una persona siente depende no solo de lo que realmente siente sino también de sus expectativas sobre la intensidad de dolor que imagina. Lo hizo a través del siguiente experimento:

flame-1363003_1920Causaba dolor a una serie de voluntarios en forma de calor entre 46º y 50º durante 20 segundos variando los intervalos. Los resultados fueron que en un intervalo de 7,5 s la percepción de dolor era más leve, en cambio cuando el intervalo era de 15 s con la misma intensidad de calor, la sensación era mayor. La sensación de dolor más alta se produjo con un intervalo de 30 segundos.

No experimentamos el dolor en el vacío, no es únicamente resultado de señales procedentes de una zona del cuerpo dañada, sino que surge de la interacción entre esas señales y la información cognitiva única en cada individuo.

Esta demostración ayuda a explicar también por qué el optimismo es importante en las posibilidades de curación de personas con enfermedades crónicas. Es posible tratar el dolor con algo más que medicamentos, ya que el cerebro puede configurarlo.

En el Capítulo III. ¿Pueden los pensamientos cambiar nuestro cerebro? demostramos que sí, que los pensamientos cambian la estructura del cerebro. Con pensamientos positivos las células se relacionan entre sí de distinta forma que con pensamientos negativos. Cuanto más produzcamos estos pensamientos, más fuertes se vuelven las conexiones.

Tener sólo pensamientos negativos puede causar estrés o ansiedad, ya que se crean neurotransmisores inhibidores o estimulantes que hacen prepararnos para tensar los músculos, cesar el proceso de digestión, acortar e intensificar la respiración… básicamente estar en alerta para luchar, huir o quedarnos paralizados. Cuando esto nos sucede el oxígeno se dirige en mayor proporción a los músculos y menos al cerebro, lo que evita que reflexionemos.

Un ejemplo práctico: cuando estamos bajo estrés tenemos fallos de concentración y memorización, como no recordar dónde tenemos las llaves o qué recado teníamos que hacer.

Esto puede llegar a causar comportamientos agresivos en situaciones inofensivas. Cuanto más tiempo se mantengan estos pensamientos negativos más difícil será deshacerse de ellos, pero gracias a la alta plasticidad del cerebro pueden reemplazarse por otros a través de métodos aplicados al consciente.

Y, ¿qué pasa con el subconsciente? Su papel es decisivo en nuestra forma de pensar, mucho más que la predisposición genética, que tiene un papel menos relevante. Esto puede explicarse con un simple ejemplo:

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Tenemos un paisaje con montañas y valles, es nuestra predisposición genética y no puede cambiarse, solo ligeramente. Hemos aprendido de otras personas cómo llegar a distintos puntos del paisaje y con el tiempo utilizamos los mismos caminos una y otra vez. Puedes intentar crear un camino nuevo, pero resultará más cómodo seguir los de siempre así que decidirás seguir adelante porqué te sientes con más confianza y seguridad.

En nuestro cerebro, todo aquello que oímos, experimentamos o pensamos fue impreso como los caminos del paisaje. Sobre esta base nuestro inconsciente desarrolló patrones de comportamiento y pensamiento y tendemos a la repetición con aquellos que hemos memorizado, por lo que se vuelven más fuertes en nuestra memoria. Por lo tanto, somos la suma de estos patrones. No importa si son buenos o malos, correctos o incorrectos, nuestro cerebro quiere ahorrar energía y nos hará vivir de acuerdo con aquellos almacenados con el subconsciente.

En todo ello influyen las personas que han creado nuestros caminos, por lo tanto no podemos cambiar el paisaje con el que nacemos, ni podemos hacer desaparecer los caminos. Pero podemos crear nuevos caminos, abandonando los ya conocidos, o reescribirlos, haciendo algunos cambios a los ya existentes.


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NeuroTAG es nuestra sección para acercar la neurociencia, un campo que estudia el sistema nervioso y todos sus aspectos, un área multidisciplinar que abarca muchos niveles de estudio. Por este motivo nos parece muy interesante, porque puede aplicarse en muchos ámbitos de la vida y el día a día.

Vamos a hablar de ciencia, pero lo haremos de un modo relajado, como si tomáramos un café. Vamos a hablar de experimentos que cambiaron la forma de ver las cosas y cómo podemos aplicarlo en nuestras vivencias.

Esta sección está compuesta por 6 capítulos que parten del estudio “La fuerza del pensamiento” llevado a cabo por ANE International (Academy of Neuroscience and Education). 

 

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