Son jóvenes, pero también personas de mediana edad y mayores. Muy mayores. Hombres y mujeres por igual. De todas las clases y nacionalidades. Pero por encima de todo son muy libres…
Los nómadas digitales son profesionales de última generación que han apostado por el teletrabajo, muchos desde lugares idílicos en los que pueden combinar su profesión y sus grandes pasiones. Porque escribir desde Bora Bora, diseñar en una cabaña en el Lago Tahoe o defender al país de ciberataques desde Madeira es mucho más que un sueño. Un puñado de idealistas hicieron ya hace tiempo realidad una forma de vida diferente. La tecnología hizo el resto. Nacían los nómadas digitales, un concepto acuñado en Estados Unidos que triunfó poco a poco entre los profesionales más creativos. Después llegó la pandemia y millones de personas que nunca lo habían hecho comenzaron a trabajar desde casa. Y trabajando, trabajando, pensaron… ¿Y por qué no? ¿Por qué no vivir en la playa y trabajar a distancia? ¿Por qué no recorrer el mundo mientras desarrollo proyectos, investigo, trabajo de consultor o de directora financiera…?
Lo único que necesitan los nómadas digitales para ponerse en marcha es un portátil y una buena conexión a Internet. Y muchas ganas de viajar, de ver mundo, de conocer distintas culturas y de vivir la vida de una forma más intensa que los demás. Las ventajas están claras. Las desventajas también. No tener horarios implica trabajar muchas más horas que el resto, estar disponible en cualquier momento del día y de la noche, luchar contra la tecnología cuando más necesitamos su apoyo… Por no hablar de la soledad, de la dificultad de trabajar en equipo a distancia, de la procrastinación o de la difícil gestión del tiempo.
Y esto es lo que nos espera…
Desde el Foro de Davos avisan: el teletrabajo sí ha llegado para quedarse, pero las reglas están cambiando el panorama laboral.
Menos desplazamientos
El teletrabajo está ahorrando millones de euros en combustible, pero también en contaminación, lo que se traduce en mayores niveles de salud para la población. En esto, no hay marcha atrás.
Zoom sí, pero menos
Diversos estudios han demostrado que las videollamadas son mucho más agotadoras que las reuniones personales. Por eso el uso de Zoom y aplicaciones similares se verá frenado, sustituido por llamadas personales y call conferences.
Respeto por el tiempo de ‘no trabajo’
Los mails y comunicaciones fuera del horario laboral cada vez estarán peor vistos. La legislación, eso sí, exceptúa a nuestros ‘nomads’. Ellos lo han querido. Es el precio de la libertad.
Nuevos espacios para trabajar
Las oficinas reducen sus espacios y los ‘nomads’ buscan alternativas: así, se espera que los espacios de trabajo compartido aumenten más del 40 % en todo el mundo. Cafés, terrazas y espacios de coworkings continúan al alza.
Lejos, pero un poco más cerca
En 2014, IBM apostó por el trabajo remoto, pero en 2017 dio marcha atrás al descubrir que equipos que trabajaban codo con codo eran más productivos. El reto es lograr que los nómadas consigan cercanía sin perder su libertad.
‘Empleos nomads’
Entre las profesiones en las que triunfa el nomadismo digital encontramos a diseñadores, consultores, asesores de empresas, informáticos, periodistas, comerciales o todas las nuevas profesiones nacidas a la sombra de la Inteligencia Artificial. Pero esto es solo el principio.